Educación 2-11-08
La sostengo en mi mano; admiro la fruta, redonda, brillante. Observo el árbol que me la ha regalado y pienso agradecida en quienes escogieron este lugar para colocar la semilla; en la lluvia que sació la sed de la planta; en los pequeños animales que comieron de sus verdes hojas y habitaron en su copa, y que, sin saberlo, alimentaron sus raíces.
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Sonrío y acaricio la rama torcida que hizo que la fruta madura estuviera a mi alcance. Acerco el fruto a mi rostro y el aroma de frescura inunda mis pulmones. Tampoco debo olvidar al tiempo, que con su infinita paciencia ayudó a los brotes a crecer.
. Cuando creo que ya he recordado a todos, lo llevo a mis labios y lo beso antes de saborear su dulce cuerpo.
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Tras el primer bocado, sé que esas sólidas ramas son mis brazos y las hojas, mi cabello alborotado; sé que yo soy el árbol y es mi vida la fruta cuyo gusto me deleita. ¡Gracias a todos los que, de un modo u otro, lo han cultivado!
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Éste texto lo dedico a todos los que, de una manera o de otra, influyeron en mi carácter. Y no sólo me refiero a mi familia (Ana, mamá, papá, abu, abuela, abuelo,...) y a mis amigos, sino también a los que me han hecho daño, si bien a ellos no les guardo ningún cariño, ya que con su actitud me han hecho más fuerte .
no sabria que decirte,bueno si...pero no sabria espresarlo en palabras...tu hija sinembargo lo hace muy bien.
ResponderEliminarun abrazo